Una vez bebimos té con cinco cucharadas de azúcar, y nos pareció normal. Nos encantaba: el sabor dulce, el calor de la taza, el confort de la infancia. Nadie pensaba entonces en palabras aterradoras como «índice glucémico» o «insulina». Pero a medida que nos hacemos mayores, las cosas empiezan a cambiar.
Lo que es bueno empieza a doler. Hoy, son estos hábitos los que se están convirtiendo en diagnósticos, de los que no pueden salvarse ni la dieta ni la medicación. Uno de ellos es la diabetes. Y no empieza con dulces. Y con el cansancio, la sed y la sensación de que ya no eres lo que eras...
En España, según datos oficiales, más de 5 millones de personas padecen diabetes. Sin embargo, hasta un 35 % de los casos no están diagnosticados, lo que significa que por cada diagnóstico confirmado hay al menos otro oculto. En la práctica, eso supone que uno de cada siete adultos españoles tiene diabetes.
Aunque nunca haya oído su diagnóstico, eso no significa que no le afecte. A la mayoría de los pacientes se les diagnostica en una fase en la que la enfermedad ya ha ido demasiado lejos. Cuando los riñones han empezado a sufrir. Cuando la visión se ha deteriorado considerablemente. Cuando el pie se ha entumecido. O cuando se ha producido un infarto, repentino, silencioso, indoloro, porque la diabetes ha tenido tiempo de dañar los vasos sanguíneos y los nervios. Sí, y ocurre: un infarto indoloro. Bienvenido a la realidad de la diabetes.
Lo más peligroso de la diabetes es que te sientes normal. Hasta que tu cuerpo se rinde. Y no entenderás exactamente cuándo empezó el punto de no retorno.
Si tiene más de 45 años, ya está en riesgo. Si tiene sobrepeso, el riesgo aumenta entre 3 y 5 veces. Si está nervioso a menudo, duerme mal, come a la carrera, lleva un estilo de vida sedentario... todos estos factores se suman, como una cadena, hasta el diagnóstico final. La diabetes no viene de fuera. Es el resultado de un estilo de vida. Por eso tiene tanto miedo a los médicos: no porque no tenga diabetes.
Y he aquí unas estadísticas terribles. En España, más del 70% de los pacientes con diabetes de tipo 2 tienen sobrepeso y, en la mayoría de los casos, son obesos. Uno de cada dos pacientes ya padece hipertensión. Y eso significa que sus vasos sanguíneos sufren desde hace mucho tiempo. Aterosclerosis, hipertensión, edemas, falta de oxígeno... son el telón de fondo en el que la diabetes desarrolla sus principales complicaciones:
Los nervios mueren. Hay entumecimiento, calambres, ardor. La gente deja de sentir dolor, y por eso pierden los dedos, los pies, las piernas.
Los vasos sanguíneos se queman desde el interior. El exceso de glucosa los hace frágiles y quebradizos. Esto desencadena una reacción en cadena: accidentes cerebrovasculares, infartos de miocardio, insuficiencia renal.
El cerebro pierde alimento. La diabetes es un factor de riesgo probado de demencia.
Los ojos se quedan ciegos. La diabetes es la primera causa de pérdida de visión en el mundo.