Antes tomábamos té con cinco cucharadas de azúcar, y nos parecía normal. Nos encantaba: el dulzor, el calor de la taza, la comodidad de la infancia. Nadie pensaba entonces en palabras aterradoras como «índice glucémico» o «insulina». Pero con la edad, todo cobra otro sentido.
Lo que antes gustaba, ahora empieza a hacer daño. Hoy, esos mismos hábitos se traducen en diagnósticos frente a los que ni las dietas ni los medicamentos son suficientes. Uno de ellos — la diabetes. Y no empieza por los dulces, sino por el cansancio, la sed y esa sensación de que ya no eres del todo la misma persona…
En Colombia, según datos oficiales, más de 5 millones de personas padecen diabetes. Sin embargo, se calcula que hasta un 35 % de los casos no están diagnosticados, lo que significa que por cada caso confirmado hay al menos otro oculto. En la práctica, esto supone que uno de cada siete adultos españoles tiene diabetes.
Aunque nunca hayas oído ese diagnóstico, no significa que no te afecte. A la mayoría de las personas se les diagnostica en una fase en la que la enfermedad ya está muy avanzada: cuando los riñones empiezan a sufrir, cuando la visión se deteriora rápidamente, cuando el pie se entumece, o cuando ocurre un infarto — repentino, silencioso, sin dolor, porque la diabetes ya ha dañado vasos y nervios. Sí, ocurre — un infarto indoloro. Bienvenido a la realidad de los diabéticos.
Lo más peligroso de la diabetes es que te sientes normal. Hasta el día en que tu cuerpo se rinde. Y nunca sabrás exactamente cuándo se cruzó la línea de no retorno.
Si tienes más de 45 años — ya estás en una zona de riesgo. Si sufres de sobrepeso, este riesgo aumenta de 3 a 5 veces. Si estás a menudo estresado/a, duermes mal, comes deprisa, llevas una vida sedentaria… todos estos factores se suman, se encadenan hasta llegar a ese diagnóstico final. La diabetes no viene de fuera. Es el resultado del estilo de vida. Por eso los médicos le tienen tanto miedo: no porque sea incurable, sino porque se está convirtiendo en la norma.
Y aquí van unas estadísticas alarmantes. En Colombia, más del 70% de los pacientes con diabetes tipo 2 tienen sobrepeso, y en la mayoría de los casos, obesidad. Uno de cada dos pacientes sufre también hipertensión. Eso significa que sus vasos sanguíneos ya llevan mucho tiempo dañados. Aterosclerosis, hipertensión, edemas, déficit de oxígeno — todo ello crea un terreno favorable sobre el cual la diabetes desarrolla sus principales complicaciones:
Los nervios mueren. Aparecen entumecimientos, calambres, ardor. Los pacientes pierden la sensación de dolor — por eso a veces pierden dedos, pies, incluso miembros. Los vasos se deterioran por dentro. El exceso de glucosa los vuelve frágiles y quebradizos. Esto desencadena una reacción en cadena: ACV, infarto, insuficiencia renal.
El cerebro pierde nutrición. La diabetes es un factor de riesgo reconocido para la demencia.
La vista cae hasta la ceguera. La diabetes es la primera causa de pérdida de visión en adultos en el mundo.
Los riñones fallan. Uno de cada cinco pacientes en el mundo que necesita diálisis es diabético.
La diabetes lo afecta todo, hasta el más mínimo capilar. Lo más inquietante es que, incluso si pierdes peso o adoptas una dieta, no desaparece. Si no empiezas a actuar ahora, corres el riesgo de no llegar a tiempo. Porque las complicaciones avanzan rápido, en silencio, sin síntomas. Y cuando empieces a sentirlas, ya no se tratará de tratar la diabetes, sino de combatir sus consecuencias.